
Estuve releyendo mis escritos en este blog desde principios de 2024 a ver si entendía lo que me ha estado pasando.
Pues empecé el año pasado con la aceptación de pensamientos que antes eran inaceptables para mí. Hablé del cambio en mi manera de ver la vida, mis emociones y los elementos intangibles de la experiencia humana.
Hasta ahí todo bien.
Luego vino un estado cada vez más inconforme con mi trabajo, que se vio empeorado por la pérdida del empleo de mi marido a mediados de noviembre 2024.
Una discusión con él a finales de ese mes empeoró mi estado de ánimo.
Se sumaron los siguientes elementos estresantes:
– marido desempleado con la incertidumbre económica que eso conlleva.
– discusión con marido que me hace plantearme si debería separarme de modo temporal para encontrarme a mí misma y mi propia manera de lidiar con las labores domésticas. Llanto incontrolable por imaginarme separada.
– estrés laboral, cada vez peor. Errores de mi parte en el trabajo que me estresaban más y me hacían sentir más incompetente para ese trabajo.
– deseo de vivir de otra cosa. Presión por querer estar ya viviendo de otra cosa distinta a mi empleo y decepción porque llevo años involucrada en otros proyectos y no he logrado que den dinero. Autoexigencia.
– idea “genial” de bajar un poquito la medicación (error grave)
– esta nueva aceptación de los pensamientos no convencionales me hizo no alarmarme. Y es que tampoco había motivo de alarma, porque en ningún momento estuve desconectada de la realidad. Bueno, sí estuve un poco desconectada con pensamientos fatalistas e ideas poco convencionales, pero no era tipo manía, era algo mucho más comparable a los pensamientos neuróticos de una persona “normal”.
Llevo más de un mes de baja. Me atreví a pedirla y ahora tengo varios sentimientos al respecto.
Creo que fue lo correcto, pero me asusta no encontrar el camino de regreso. Y apenas escribo esto sé que no hay “regreso” como tal. No sé cuándo vuelva a trabajar ni si querrán echarme cuando lo haga, pero sé que no volveré a la misma situación.
Posiblemente me tome las cosas con más calma y me importe menos lo que piense el jefe y compañeros. El despido me da miedo, sí, y la parte menos racional de mi ser pide que venga ese despido.
Esta semana fui al médico con la intención de pedir el alta, pero cuando vi de frente esa posibilidad de volver al trabajo, me estresé mucho.
Creo que puedo, pero no será fácil.
De las mejores cosas que han tenido estos días de baja es verme cada semana con mi psicóloga. Hablar con ella alivia mis heridas y me calma.
He pasado por 3 psicólogas y muchos años de terapia. Cada una de ellas me ha dado lo que necesitaba en su momento. He trabajado todos mis traumas y heridas en profundidad, pero a veces vuelven a aflorar para que los cure desde otra perspectiva.
Creo que ya toca aquello de vivir en el presente, aquello de esas frases que me encuentro todo el tiempo en instagram. Se dice fácil lo de vivir en el presente, pero mi mente acelerada me gana la batalla. A veces logro ganar yo, pero en los últimos meses suele ganar ella.
He visto documentación sobre TDAH (trastorno de déficit de atención con hiperactividad) y me parezco también a eso. Es la hiperactividad mental.
Me ha pasado un par de veces, en esta última pseudo crisis, que de repente siento paz, de la nada, sin buscarlo….. se calma mi cabeza y no tengo emociones desbordadas…. Y siento paz. Y es tan agradable….
De medicación, este es el estado: el medio mililitro de trileptal que bajé en noviembre lo volví a subir. Y de clopixol, el psiquiatra me bajó una gota.
Habían añadido a mi tratamiento un ansiolítico, y finalmente lo he dejado porque ya no era necesario (lo tengo a mano por si acaso).
El psiquiatra no ha visto necesario aumentar la medicación más allá del ajuste que yo había desajustado.
Parece que lo que me pasa se debe a factores externos que son fuente de estrés, un estrés que no estoy logrando gestionar.
No estoy teniendo una crisis bipolar, al parecer, pero sí una crisis personal. Pensar esto me saca lágrimas, me asusta.
Y es cuando sólo tengo de aliada la espiritualidad. No como velo que me haga tapar los problemas, sino como fuente de confianza y fortaleza.
Llegué a tener ideas locas, sí, como transitar un estado psicótico como algo terapéutico. Pero volví a leer ese artículo y no puedo invalidarlo. Ya no estoy de acuerdo con lo que escribí, pero no estaba loca cuando lo escribí.
Necesito dejar de pensar en desenlaces fatídicos para esta historia. Esos pensamientos me paralizan. Tengo una buena idea de la dirección hacia donde quiero ir profesionalmente, y los pensamientos negativos hacen que me paralice y no vaya en esa dirección. Necesito volver a tener paz interior para poder pensar con claridad y pasar a la acción.
Sé que puedo. No sé la dificultad que tendrá, pero cuento con una red de apoyo, no estoy sola. Lo de la baja es un factor que me preocupa. A lo mejor vuelvo a trabajar y a lo mejor resulta incómodo. Pero la incomodidad nunca ha matado a nadie.
No voy a pensar en mi próxima cita con el médico. No voy a estresarme por eso. Ya veremos si se decide que sigo de baja o no. Ya veremos.
No sé por qué publicar esto en el blog. Es bastante personal y a lo mejor aburro a quien lee. No sé qué utilidad podrá tener para personas que buscan información sobre trastorno bipolar. Pero lo publico de todas formas.
¡Muchas gracias a los que leen!