Contrastes

Ayer fue un buen día. Hoy sigo feliz.

Tengo esa anticipación a que en algún momento me volveré a sentir mal, y no quiero.

Disfruto el momento, sí, pero consciente de que la vida va para arriba y para abajo, y que es ese contraste entre cómo nos sentimos cuando estamos arriba y cuando estamos abajo lo que hace que demos más valor a cuando nos encontramos en un lado u otro de la ola.

Se me ocurre escribir, alguna vez lo probé, las razones por las que me siento tan feliz y optimista ahora. Y volver a ese escrito cuando esté un poco decaída y piense que no voy a poder.

No lo escribiré aquí, porque eso revelaría demasiado sobre mí.

Me abro a recibir las cosas buenas. No dejo que la anticipación opaque lo que siento ahora. Me propongo maneras de alegrarme cuando no haya tanta “euforia”. 

Me da la impresión de que, por contraste, el hecho de que baje la euforia se siente como un bajón. Pero es que estar eufórico los 30 días del mes no es sostenible. El “bajón” vendrá, pero no tengo por qué tomármelo a mal.

Serán momentos más de reflexión, o más de ejecutar labores analíticas que estando demasiado arriba no hago tan bien, por la emoción.

En momentos muy felices, hablo muy bien y logro animar a las personas a mi alrededor e incluso contagiarles mi entusiasmo. Y son momentos para eso.

Cuando baje esta vez, me propongo no tomármelo a mal y verlo con naturalidad. No tengo por qué bajar a las profundidades del sufrimiento extremo 😅. Me propongo poder manejar la transición. Aceptar la entrada a un momento más tranquilo, donde pueda concentrarme mejor.

Os dejo para dejar de reflexionar tanto y disfrutar de este momento alto que estoy teniendo.

¡Vienen cosas buenas!

¿Necesidades emocionales o fisiológicas?

Estoy por pensar que después de días de subidón, llega el llanto como necesidad fisiológica.

Ayer empecé a trabajar, fui a la oficina, el día era azul, vi que lo de trabajar no era tan malo, volví a ser yo misma en mi entorno de trabajo. Llegué a mi casa a estar con mi familia y canté un poco con guitarra y un poco con piano.

Podría decir que ayer tuve un buen día.

Hoy el día empezó bien. Está nublado. Empecé a trabajar desde casa y me invadieron pensamientos de que yo y todos mis brillantes compañeros de trabajo estamos perdiendo los mejores años de nuestras vidas, a nivel intelectual, en tareas sin sentido.

Y viene el pensamiento conspiranoico de que el sistema nos quiere ocupados, quiere que no pensemos, que no se nos vaya a ocurrir rebelarnos.

Sigue leyendo